* co escrita por el docente platense Andrés Fiorentino

“Wikipedia te da la definición de todo”, suele ser la recomendación que recibimos para salir del apuro por conseguir los primeros datos de algo que necesitamos conocer. Sobre la Plaza Paso de la ciudad de La Plata, en un breve comentario descriptivo, la enciclopedia señala que “ha tenido un gran desarrollo inmobiliario, quedando rodeada por una gran cantidad de edificios modernos de departamentos”. Un simple comentario que nos habla de ella pero que, sin duda, es una frase contextualizadora para ubicarnos en tema. Pero, ¿por qué hablamos de la plaza Paso si en La Plata tenemos maravillosos lugares por mencionar? Y la respuesta no se hace esperar: a metros de este espacio verde, casi enfrente y sobre la avenida 44 se pensó la sede del Mercado Central.

Y a partir de allí, primer capítulo de una apasionante novela. Con la actuación especial de Alberto Samid, Pablo Bruera, oscuros poderes y vecinos movilizados, a favor y en contra.

Pero veamos y recordemos la frase inicial de “rodeada de edificios modernos”. En verdad, debería decir “rodeada de lujosos y carísimos edificios construidos por la empresa Buillding”, cuya inmobiliaria está ubicada en 14 y 44. Frente a ésta un nada despreciable emprendimiento: la construcción de un hotel cinco estrellas de la cadena Sheraton, de los que no hay en la ciudad, con los primeros trabajos de su construcción.  Es decir, los carteles promocionales de “la mejor carne del mundo a $40” serían parte de la geografía del lugar. ¿Molesta? ¿Molesto esto? Y la verdad indicaría que sí. Basta recorrer la zona para entenderlo. Y basta escuchar la defensa del NO para afirmarlo. Y basta ver la ventaja de las grandes cadenas de supermercados que a pocas cuadras se emplazan para, al menos, dudar de la polémica instalada.

En un breve repaso, veamos algunos de sus capítulos más salientes, con sus actores principales.

Empecemos por los vecinos del barrio quienes se mostraron divididos con la instalación; algunos, celebraban la posibilidad de poder “comprar más barato”. Tal es el caso de Mario, a cargo del puesto de diarios y revistas de la esquina, que molesto manifestaba por estos días que “si yo voy a las carnicería de aca pago el kilo de asado a $70, suena lógico que se quejen por ellos pero no por mi bolsillo”. Pero los vecinos de “los Buillding” lograron hacer escuchar sus quejas y dejar bien en claro que les preocupaban dos cosas: el tránsito que generaría descontrol y peligro en la zona y, lo no menos muy cuestionable, “la clase de gente que va a venir al barrio a comprar”. Esta postura, del que se siente invadido por sectores que no van de la mano de sus posibilidades económicas –lease sectores populares- es una constante para argumentar la negativa. “Si allá en la 520 van a estar bien”, aseguró José, dueño de un departamento sobre la calle 14. El “allá va estar bien” es una expresión que expulsa. Cabe preguntarse si  hay derecho a negarle al resto de los vecinos y ciudadanos la posibilidad de acceder al Mercado Central en un lugar de fácil acceso y con, por ejemplo, un trasporte público cuyas líneas de micro pasan por allí viniendo de diferente lugares de la ciudad.

Los comerciantes de la zona, de todos los rubros, ven con preocupación lo que ellos consideran una “desleal competencia”. Al respecto la Cámara de Comercio de La Plata se manifestó a favor del cierre en 14 y 44 pero no del traslado a otro lugar, tal es el caso del barrio de tolosa. El beneplácito por la clausura se plasmó en un contundente comunicado “en defensa del pequeño y mediano comercio” con la firma de su presidente, Juan Carlos Paincazzo.

Lo cierto es que, “los comunicados” sobre irregularidades y desventajas en la actividad son para el Central pero no para el coto de 43 entre 10 y 11 o el Carrefour de 12 y 57 en pleno centro comercial, o del Vea de 47 y 11, o del Carrefour de 7 entre 46 y 47 en una avenida de la más transitada de la ciudad, que ponen en jaque día a día a esos pequeños comercios y, lo más grave, son los formadores de precio que tanto preocupa a todos. Y ha sido la misma cámara de comercio la que ha disparado con balas de salva ante el desembarco de los grandes hipermerdados en la ciudad.

Tal vez, atendiendo los fuertes intereses que atentaba contra la recaudación de las cadenas de supermercados y que defendía los intereses del bolsillo de la gente, la novela del Central haya ganado en una profunda politización con la consecuente  presión por su traslado. Tal vez.

Los hechos se aceleraron y el local alquilado y refaccionado –antiguo lubricentro-  con una inversión de alrededor de 3 millones de pesos para el emprendimiento,  y de aproximadamente 600 metros cuadrados, fue clausurado preventivamente por la municipalidad de La Plata el pasado jueves, donde el mismísimo Bruera días atrás había dado el visto bueno.

Cabe aclarar que en la novela, aparecieron actores inesperados pero que, oh casualidad, suelen hacerse presentes en situaciones de conflictos: delegados de la UOCRA La Plata detuvieron la obra ante “la falta de las mínimas normas de seguridad e higiene del personal”.

“Me cansé, si Bruera no quiere precios populares y me ponen tantas trabas, lo llevo a otro lado… lo lamento por la gente de La Plata que paga los precios más alto de la provincia”, pegó el portazo Samid antes del llamado de Capitanich para que lo medite y que finalmente considere el predio de 520 y 118.

La crónica de los hechos  tiene este último dato saliente que, permite visualizar un Mercado Central en las afueras y con mayor comodidad en sus instalaciones para ofrecer más productos a precios convenientes. Pero que ha mostrado cierta intolerancia y discriminación social, presiones económicas y políticas, con un saldo, por ahora negativo: si querés comprar barato, no pienses en un barrio residencial.