Al lugar que soñaste, Degarcar.com
Hola, ustedes. Estoy emocionada por dos cosas. La primera: ¡Clausuraron Despegar.com!, la segunda: ¡Tengo tema para mí columna! ¿Choto el tema? Sí. Pero todo no se puede.
Bueno. La cosa es así. Hace un par de años, ponele que dos, compré unos pasajes a Colombia por esa empresa nefasta. La página andaba mal y, en vez de irme un mes, el tipito que maneja el programa que manejaban los de esa empresa nefasta, se ve que estaba confundido por consumo de estupefacientes, y marcó mi vuelta DOS MESES DESPUÉS. Juro que nunca estuve tan cerca de ponerme un puestito en la playa como en ese momento. Pero no. No podía. Soy alérgica al coco. Entonces llamé para explicar el problemilla.
OBVIAMENTE, como todos los atención al cliente de este país, al cual queremos mucho pero pide a gritos regulación de empresas privadas porque ya no se puede tolerar más este disfrute por el dedo en el culo, me marearon entre tres o cuatro chicos que me derivaban de sector a sector. Me hicieron explicar una y mil veces lo que había pasado y luego de varios días de llamadas y esperas eternas, me lo cambiaron.
Pero al cambiarlo, se olvidaron de explicarme que el pasaje, en vez de salirme 2500 pesos, iba a pegar con un salto de tigre furioso, y a arañar los 6000. Indignación. Repudio. Me enloquecí, llamé. Nadie me quiso ayudar. No tenía esa cantidad de plata, me iba a endeudar. Grité. Lloré. Nada. Nada. NADA.
Pero la Justicia llegó por mano propia y a través de un TT. El pobre CM de @DespegarAr se desayunó un lunes que, en su reporte diario, tenía que avisarle a la empresa para la cual trabajaba, que había llegado lejos en Twitter. No por algo bueno, claro.
#DespegarEstafa fue Trending Topic un sábado a la tarde, luego de que el amable @RialJorge retuiteara mi denuncia. Luego de algunos minutos Twitter explotó de gente que estaba en mi misma situación y ese lunes que llegó, dos días después, vino con un llamadito súper amable de los chochamus de Despe.
Tenía un contacto adentro de la empresa, al cual había nombrado en una de las primeras llamadas antes de hacer ruido en las redes sociales. Luego de este quilombito, al chico lo apretaron sus jefes porque me conocía. Sí. Trancu la mafia.
Obvio que no fue fácil. Otra vez explicaciones, llantos. Me quisieron apurar, me llamaban todos los días para que les cuente lo que me había pasado y para que, en unas de esas, me pise, me harte y abandone la lucha (?). Pero no iba a suceder porque era simple, me estás cobrando guita que no tengo. Fin.
Luego de, seguramente, pegar mi cara en cada box de atención al cliente de Despegar, la insistencia finalmente hizo que se rindan. Una tarde, quince días antes de mi supuesto viaje, me sonó el celular. Era una chica simpática que aseguró algo sorprendente: “Necesito su CBU porque depositaremos los 6 mil pesos en su cuenta y se le cancelarán los pasajes”.
¿No fue muy entretenido todo el relato, no? Y eso que le meché algún que otro chiste. Pero la explicación sirve para que se entienda mi felicidad- y la de muchos usuarios- cuando me enteré de su clausura. Si bien no es por cagar a la gente sino por impuestos no pagados, que es más o menos lo mismo pero con sutileza, la sonrisa salió. De vacaciones no me fui, pero gracias a que me quedé en Argentina, conseguí trabajo. O sea que, si limpiamos la cadena de favores, a Rial le debo seis lucas y un trabajo.
Todo esto también da muestra del poder que tiene una de las redes sociales más influyentes del mundo. Sin ser TT lo que fue TT, hubiera sido yo, una víctima más de estas empresas que sólo sirven para sacarle un poquitito de guita a todos, y así armar imperios.
Me parece un poco fuerte no ver la noticia en prácticamente ningún noticiero, pero así como es fuerte, es lógico. Decime en qué canal no viste publicidades de Despegar.com, si te acordás de alguno, ponelo. Seguro ahí sí te cuentan.