Si la diputada Juliana Di Tullio se juega y dice que el FPV va a ganar en la primera vuelta; si las encuestas de opinión  difundidas por tribunas adversarias o enemigas deducen que la intención de voto hacia el gobierno ya sobrepasan el borde del 40%; y si, además, en sendas lamentaciones públicas opositores como Francisco de Narváez, Mariano Grondona, Marcos Aguinis y Morales Solá  pronostican asustados la prolongación del proyecto nacional y popular, ¿para qué desdecirlos? Si son sus damnificados ideológicos.

Y si el lanatismo, el nelson castrismo, el leucocismo, el pagnicismo y el majulismo, el almorcismo etc, histerequean a los presidenseables opositores enrostrándoles no conseguir detener al oficialismo ya  listo  para triunfar en la primera vuelta, suena en sus voces como un presagio increíblemente prematuro.

Extrañamente, en este marco de corrientes favorables al kirchnerismo, ciertos referentes periodísticos o comunicacionales incluidos hasta ahora en el proyecto, o linderos a él, se panelean vistosos en los distintos medios  con diagnósticos críticos acerca del gobierno. Y es como si se fueran a lavar las convicciones de una década en el vertedero opositor del vecino. Allí- sedados de pasión, enfriados de criticismo sin Eros, presumen seguir siendo leales a la causa metamorfoseándose en paneles cuya única causa es la de desralatar el relato popular.  Y esos que son o eran aliados de la década  no perciben el fenómeno ganador kirchnerista; es que se dejaron mal oler las pituitarias por el hedor corporativo y entonces-titubeantes- se ofrecen a la escena del periodismo multimediático y hasta sonríen. Y a ese pavoneo de banalidades interpretativas se lo resume resume en este acomodaticio consenso: “ me gustan algunas cosas de este gobierno y muchas otras no me gustan”. Cuánta neutralidad.

Acaso , de tan metidos en esa azarosa burbuja del acuario informático y de tan atrapados en la disparatada red de los internautas anónimos más puteadores que racionales, los criticones de “buena onda” no se dan cuenta del vertiginoso crepúsculo caceroleador del 13 N ni de la iracundia “anti” que acabó bloqueándolos de odio.

Así que la sola pero fundada idea de que otra vez el oficialismo gane en la primera vuelta ( con la chance de que el segundo puesto sea declarado desierto por carencia de méritos) y de que el caudal de votos ganadores alcance como para ser incluido en el libro Guinnness de récords, produce desalientos anticipados en partidos, alianzas, sectas y corporaciones. Oí al diputado Federico Pinedo retorcerse: “ ¿Cómo es posible que jóvenes militantes , sean o no de la Cámpora, sigan queriendo ser engañados por la mentira oficialista?  Aquiétense y sosiéguese Pinedo. Porque si no impacientasen su impaciencia, si esperasen toda la espera hasta el día de los votos, se sentirían compensados. Será el momento en que asumirán su tamaño y dejarán de ser sobrevaluados por el centimil mediático. Ya van a a ver que no hay mal que por bien no venga.

Porque con el triunfo K lo primero que ocurrirá será un gran alivio opositor. Algo así como un “Ahhhsss…”onomatópeyicamente relajador. Como un suspiro casi de yoga o de ejercicio espiritual. La contienda electoral canaliza  las pasiones, sobre todo de las más enturbiadas. Hasta los casos de extrema obturación “contrera” obtendrán este beneficio anímico. También  a los medios, a los candidatos y a los ciudadanos más adversos al proyecto nacional y popular la derrota despojará y eximirá de la obcecada carga de negación y rechazo. Perder en 2015, será para la inercia opositora, como obligarse a una limpieza de entrañas con la eficaz purga de la certeza estadística.  Una suerte de bálsamo sanador los reencauzará al raciocinio. Y en buena hora para todos. Ya nadie podrá recriminarle a la oposición y a sus instigadores del periodismo y del círculo rojo no haberse entregado entusiastamente a ese acto de erosión, conspiración y acecho gubernamental. Más no podían hacer. Pero no les sale impedir que el FPV cargue las urnas todavía más que en fructíferas urnas anteriores. En mérito a la oposición hay que entender que este tiempo histórico no le pertenece.  No la involucra. Participa en desventaja porque responde a un anacronismo de la contienda política.

La oposición cuanto más grita más se ahoga y cuánto más se inflama más se congela.

Por eso a la pregunta precoz: ¿Y si gana el FPV? hay que responderla con esta otra ¿ Y si gana qué cosa terrible pasa en los que pierden? Al contrario, un alivio social aquietará las rabias y resistencias nostálgicas. Los eximirá de tanto y agotador simulacro competitivo. No será la hegemonía de un movimiento político-aunque obtenga amplia mayoría- sino que será la hegemonía de un estado de ánimo. De un Estado de todos. Y si sucede en la primera vuelta sería un resultado joven y argentino.

En cuanto a si superará el 54 %, sí, porque más difícil será disminuirlo.