Por siglos, en el pueblo conocido como Betul, en Madhya Pradesh -India- los lugareños tienen una extraña costumbre para proteger a sus niños: allí las vacas son veneradas y por lo tanto, sus excrementos también.

El ritual en el que lanzan a los chicos en una especie de pileta de desechos vacunos, según su creencia, los ayuda a crecer fuertes y además les trae buena suerte para su vida.

La celebración tiene lugar cada año, un día después del 'Diwali' el festival más grande del país, que unifica varias comunidades de creyentes y es también conocido como el festival de las luces.

Los habitantes recogen los excrementos de las vacas durante varias semanas, y luego los depositan en montículos: por la mañana, después de elevar una oración especial a sus dioses la gente empuja los recién nacidos, a los pequeños niños y algunos más grandes también directo a las heces animales.

Las familias se congregan y arrojan a sus chicos a los excrementos, desde la mañana hasta las últimas horas de la tarde, cuando ya no queda ningún chico sin pasar por el estiércol.