Un buen susto se llevó una jovencita en la playa conocida como "el sardinero", en la ciudad española de Santander, cuando una fuertísima ola alcanzó la playa y la arrastró varios metros.

Ella se divertía sin darse cuenta de la violencia del oleaje que se acercaba hasta su posición. Al estar a pocos metros de una rampa, esperó hasta el último momento para escapar aunque no pudo evitar que la corriente la deslizara sobre la arena algo más de cien metros.

Por suerte no sufrió heridas pero sí aprendió la lección más importante de la naturaleza: no subestimarla.