"Geeta era una mujer valiente. Trabajadora de salud en una zona rural en el norte de India" inicia su crónica Divya Arya resguardando la identidad de la mujer que decidió suicidarse en enero de este año en Uttar Pradesh. 

La mujer sostenía a su familia con un esposo alcohólico y tres hijos adolescentes viviendo en condiciones muy precarias. "Geeta" fue acosada durante varios meses por un hombre de una localidad cercana. El hombre la conoció cuando ella ofició de ayudante de la partera de la esposa de su hermano. 

"Geeta" se negó a pedir ayuda a los hombres de su comunidad porque temía que la consideraran culpable de provocar al hombre cuando en realidad ella era todo el tiempo la víctima. 

Finalmente la mujer fue abusada por el hombre- que la amenazaba- junto a tres amigos que le rasgaron las ropas y filmaron todo lo sucedido. El vídeo comenzó a circular en la comunidad y la víctima empezó a ser señalada como culpable, incluso el médico que la atendió tras la violación le recomendó que aceptara en silencio lo que le había pasado. 

"Es tu culpa, ¿qué podemos hacer?", le dijo uno de los ancianos del pueblo y "Geeta" no pudo más. Su cuerpo fue hallado con espuma en la boca en las afueras de su barrio y la autopsia confirmó que se había suicidado utilizando un potente veneno. Su esposo no hizo ningún tipo de denuncia penal e incluso se mostró en duda sobre si ella no había provocado la situación. 

El caso de "Geeta" es de miles de mujeres que son abusadas de manera constante por una sociedad  machista en usos, religiones y costumbres. Incluso, como señala la nota de la BBC, existe todo un negocio al viralizar vídeos de violaciones. "La pornografía pasó de moda. Estos crímenes de la vida real son lo de ahora", afirmó un comerciante de Agra al diario Times of India.

Sunita Krishnan, activista que dirige una ONG contra el tráfico de personas en Hyderabad, confirmó que recolectó recientemente más de 90 vídeos de violaciones en redes sociales.

Fuente: BBC