El hecho ocurrió en la cárcel del condado de Cook, un presidio ubicado en plena ciudad de Chicago que se asemeja a una fortaleza. Allí se desató el salvaje ataque.

Un grupo de presos mantuvo una discusión con dos guardias y no dudaron en darles una paliza. Luego del ataque, los policías pudieron escapar y llamaron refuerzos que contuvieron a los convictos.