"Un papelón", "humillante", son solo algunas de las palabras- más suaves- con las que muchos eligieron adjetivar la breve visita de Donald Trump a Puerto Rico, país que continúa en emergencia nacional tras el paso del devastador huracán María a comienzos de septiembre. 

Trump visitó la capital, San Juan,  para cumplir una agenda de cinco horas en las que se reunió con el gobernador, Ricardo Roselló, en una base militar. Luego realizó un sobrevuelo en helicóptero sobre las zonas más afectadas por el desastre.

Pero en su rápida visita, Trump dio un mensaje a los damnificados que estaban reunidos en una iglesia en Guaynabo -municipio  menos afectado con respecto a otros- y revoleó (literalmente) productos para ayudar como si se tratara de un recital. 

La lamentable imagen se viralizó inmediatamente en todo el mundo y las críticas no cesaron. Además Trump minimizó lo ocurrido en la isla: "Cada muerte es un horror, pero si miramos una catástrofe real como Katrina y nos fijamos en los cientos y cientos de personas que murieron y lo que pasó aquí con una tormenta que fue totalmente imponente... ¿Cuántos muertos tienen ustedes?", se preguntó, para contestarse: "Dieciséis contra miles", citando la cifra oficial de fallecidos en Puerto Rico por el huracán María.

Por último,  Trump  no se hizo eco de las críticas a que tardó en ofrecer ayuda y por el contrario, señaló que "ha sido increíble lo que se ha hecho en un período muy corto de tiempo", pese a que aseguró que Puerto Rico "desajusta el presupuesto" de Estados Unidos.