Tristan Morgan enfrentó a la corte con el rostro todavía con señales de quemaduras. Eso no fue motivo para que la Corte no lo encontrara culpable al hombre de 52 años que incendió una sinagoga en la ciudad de Exter. 

El británico nunca imaginó que sus planes antisemitas le iban a jugar una mala pasada cuando una intensa bola de fuego le chamuscó la cara.