El lunes, voceros militares fieles a Kiev afirmaron que "los militares ucranianos recibieron la orden y se retiraron del aeropuerto de Lugansk y de la localidad de Gueorguiivka", cerca del aeropuerto y a 18 kilómetros de Lugansk, por "la precisión de los disparos" efectuados por "artilleros de las fuerzas armadas rusas".

El ministro ucraniano de Defensa, Valery Geletey, agregó luego que tropas rusas se están dirigiendo hacia otras ciudades de la región, incluida la mayor de ellas, Donetsk, aunque la versión fue desmentida desde Moscú.

"Estamos en guerra con Rusia, y es Rusia la que decide lo que está ocurriendo" en las regiones de Donetsk y Lugansk, en el Este del país, donde los separatistas prorrusos habían logrado expulsar a los gobiernos regionales fieles, anunciaba el domingo el ministro a una televisión ucraniana.

Ahora, el funcionario sostuvo que su país está al umbral de una "gran guerra" con Rusia, asegurando que "desde la Segunda Guerra Mundial no se ha visto en Europa una gran guerra como la que llegado al umbral de nuestra puerta".

Para el ministro, "las pérdidas en una guerra así no se medirán en cientos, sino en miles y decenas de miles" de víctimas si las tropas rusas siguen avanzando por su territorio, ya que –afirmó– el ejército ruso podría utilizar bombas nucleares.

En idéntico sentido se había expresado el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, quien acusó al gobierno de Moscú de una "agresión directa y abierta".

Por su parte, Vladmir Putin consideró que "la causa principal (de la crisis) radica en que las actuales autoridades de Kiev no quieren establecer un diálogo político real" con las milicias separatistas del Este, y llamó a negociaciones inmediatas sobre la "categoría de Estado" de la región en conflicto.

Tras negar que el ejército ruso estuviera en la región, el jefe del Kremlin dijo que los separatistas prorrusos llevan a cabo una contraofensiva cuyo objetivo es alejar a las tropas ucranianas de las ciudades donde se hicieron con el poder.