El atentado perpetrado por un grupo talibán ocurrió cuando más de 200 personas estaban congregadas frente al hospital de Quetta para despedir al presidente de la Asociación de Abogados de Baluchistan,  Bilal Anwar Kasi, que fue asesinado a tiros por un grupo de hombres sin identificar. 

La bomba estalló en el medio de una multitud dejando un saldo de 70 muertos y al menos 100 heridos. Un portavoz de Jamaatul Ahara, vinculado al grupo pakistaní Tehereek-e-Taliban, comunicó a la prensa que su grupo extremista "acepta la responsabilidad" del ataque y amenazó con más bombas "hasta que se imponga un sistema islámico en Pakistán".

El primer ministro, Nawaz Sharif, condenó el atentado y ordenó reforzar las medidas de seguridad: "No dejaremos que nadie perturbe la paz de esta provincia, que hemos conseguido restaurar a costa de tantos sacrificios de las fuerzas de seguridad, de la policía y de la población".  Este es el segundo atentado con gran número de víctimas fatales que sufre Pakistán en lo que va del año; el primero fue en marzo cuando un suicida mató a 75 personas, entre ellas muchos niños, en un parque de Lahore, donde la minoría cristiana celebraba la Pascua.