"¿Cómo puede un sacerdote, al servicio de Cristo y de su Iglesia, llegar a causar tanto mal?", se preguntó Francisco en el prólogo del libro "Padre mío, te perdono", en la que Daniel Pittet relata los abusos que sufrió en la diócesis alemana de Friburgo.

Francisco agregó: "¿Cómo puede haber consagrado su vida para conducir a los niños a Dios y terminar en cambio devorándolos en lo que he llamado 'un sacrificio diabólico', que destruye tanto a la víctima como a la vida de la Iglesia?". Y señaló que aquellas víctimas que se suicidaron tras los horrores sufridos son muertos que "pesan en mi corazón, en mi conciencia y en la de toda la Iglesia".

"A sus familias ofrezco mi sentimiento de amor y de dolor y, humildemente, pido perdón. Se trata de una monstruosidad absoluta, de un pecado horrendo, radicalmente contrario a todo lo que Cristo enseña", agregó Francisco que conoció el caso de Pittet dos años atrás en el Vaticano. 

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También escribió: "Agradezco a Daniel porque testimonios como el suyo derriban los muros de silencio que sofocaban los escándalos y sufrimientos, hacen luz sobre una zona terrible de sombra en la vida de la Iglesia". Y resaltó: "Abren el camino a una justa reparación y a la gracia de la reconciliación, y ayudan a los pedófilos a tomar conciencia de las terribles consecuencias de sus actos".

Daniel Pittet actualmente tiene 57 años y fue monje en su juventud, vive en Friburgo la ciudad en la que fue abusado dentro de la curia. Hoy está casado y es padre de seis hijos. En declaraciones a un diario italiano, Pittet planteó que tardó más de 22 años en hablar de lo sucedido.Y que una vez que logró verbalizarlo, ahora ayuda a otras víctimas "pues la persona que sufre abusos queda marcada para siempre por el riesgo de suicidio, locura o rechazo familiar, ya que el 90 por ciento de los casos suceden en ese ámbito".