Debería ser una nota más, intrascendente, sobre la ‘guerra’ de las obras teatrales pensadas para la temporada, con sus escándalos armados para generar publicidad.

Pero esta vez, el bizarro hecho de que una de las involucradas sea Fátima Florez la meteórica novia del Presidente, que ocupó un lugar impensado en pocos meses, modifica todo.

Por eso, ver la barata discusión sobre si la ropa del cuadro de la imitación de Mirtha Legrand es el mismo de la temporada pasada o no, muestra cuán bajo puede caer el debate ligado a lo político en Argentina.