Sorprendió la irrupción en el 2012 del oso de peluche maleducado, fiestero, drogón e irresponsable, creación de Seth MacFarlane, quien le pone la voz, dirige y elabora el guión de la cinta. Sorprendió y para bien, ya que se convirtió en una de las grandes propuestas de humor de aquel año, y este jueves regresó, con “Ted 2”, para intentar redoblar la apuesta.

En esta oportunidad, y luego de las travesuras de la primera entrega, Ted decidirá sentar cabeza y pasar por el altar, aunque para ello deberá ser reconocido como “individuo” por la justicia estadounidense, ya que, además, pretende convertirse legalmente en padre. Por supuesto, todo esto generará que el oso de peluche, su fiel amigo y una joven abogada que se suma a la trama, se sumerjan en una desopilante aventura en busca del objetivo.

De nuevo, además de ponerle la voz al personaje principal, Seth MacFarlane es director y guionista. El creador de “Padre de Familia”, que venía de hacer “Pueblo chico, pistola grande” con buenos resultados, aquí tal vez logra su producción más floja en líneas generales, destinada a la pantalla grande. Se trata de una simple continuación, con situaciones muy similares a la primera, y hasta algunas forzadas, que si bien despiertan varias carcajadas, no termina de convencer.

La película tiene un comienzo bien arriba, divertido y llevadero, pero luego va decayendo con el correr de la historia. Si bien está presente constantemente el humor políticamente incorrecto que caracterizó al inicio de la saga, y las situaciones bizarras y desopilantes, los buenos chistes son más bien pocos, el film carece de un argumento sólido y es extremadamente larga para lo que ofrece. Incluso el desarrollo termina siendo muy similar a la su predecesora.

Como punto saliente, el elenco está muy bien. MacFarlane se luce con sus latiguillos divertidísimos y tiene una gran química con Mark Wahlberg, quien repite la buena actuación de su debut en la comedia. Amanda Seyfried está excelente, aportando varias bromas y acoplándose muy bien a la dupla central.

Otra vez, varios de los mejores momentos giran alrededor de la bizarra participación de Sam Jones, el actor que supo ser Flash Gordon en los 80, mientras que la aparición de Morgan Freeman suma mucho, Giovanni Ribisi la rompe como siempre, y el cameo de Liam Neeson es tan genial como loco.

La película no es mala, pero decepciona ya que, luego de la primera entrega, se esperaba mucho más. En general, carece de originalidad en los chistes y en el desarrollo del argumento, y por momentos se torna un tanto aburrida, como si el director no hubiera tenido en claro qué cierre darle a la cinta. Despertará varias risas, pero al final dejará esa sensación agridulce.

¿Hay que verla? Para reírse un rato y no mucho más. No está a la altura de la primera entrega, y tranquilamente el espectador puede esperar a que salga en DVD, y no se perderá de nada. Quizás los fanáticos de MacFarlane la disfruten mucho más.