Sabiduría por todos lados. Un personaje sabio, y un actor sabio para sacar sonrisas y componer un protagonista adorable. Pero lo ‘viejo’ se mezcla con lo ‘nuevo’, ya que Robert De Niro es la excusa para disfrutar de una comedia amena, donde también se luce Anne Hathaway. Es “Pasante de moda”, que llega este jueves a las salas argentinas.

La historia está centrada en un jubilado y viudo de 70 años que, con mucha vitalidad, decide volver al ruedo y aprovechar un programa de pasantías para personas mayores, en una empresa online de venta de ropa de modas, fundada y administrada por una exitosa mujer treintañera que se convertirá en su jefa.

Como en “Alguien tiene que ceder”, la directora Nancy Meyers vuelve a centrar el protagonismo de su film en un personaje entrado en años, aunque en este caso desde otro punto de vista, y estableciendo una relación directa con la nueva generación, a la que no entiende del todo, pero a la que se adapta, a la que le enseña y de la que también aprende.

La principal virtud de la cineasta es aprovechar las bondades de un elenco de lujo, centrado en los protagonistas principales que son Robert De Niro y Anne Hathaway. Algunos baches argumentales los disimula con las geniales interpretaciones.

Así, como dice el título de esta reseña, es un verdadero placer verlo a De Niro. El actor hace todo bien, cualquier papel que tengan que componer. En este caso es un hombre muy caballero, vital, tierno, siempre bien predispuesto y de buen humor. Un personaje que se hace querer a lo largo del film. Y por supuesto, no pueden faltar sus ‘caras’.

La compañera de elenco, Anne Hathaway, se acopla a la perfección, y también compone un gran papel. Con algunos vaivenes emocionales, y asuntos familiares que resolver, con su rol fortalece la imagen de la joven mujer en los negocios, totalmente ocupada e inmersa en la tecnología y las redes sociales.

Como resultado, “Pasante de moda” es un buen entretenimiento, con actuaciones brillantes. Es una comedia amena, simpática, divertida, con el toque justo de dramatismo. Esas películas que, sin despertar grandes carcajadas, mantienen al espectador con una sonrisa durante las casi dos horas de duración.

¿Hay que verla? Vale insistir que la excusa es disfrutar de De Niro, en una película que no defrauda, y que entretiene y divierte. Sí, hay que verla, y pasar un grato momento en una sala de cine.