Siempre hay que celebrar el desarrollo de la industria de cine nacional. Hay veces que surgen propuestas superadoras, que enriquecen este arte; otras veces simples cintas comerciales que buscan recaudar un poco. “El amor en tiempo de selfies”, flamante estreno de esta semana, claramente no pertenece a ese primer grupo, y habrá que esperar para saber si ingresa en el siguiente, de acuerdo con la aprobación del público.

Comenzando por la historia, este film argentino se basa en el romance que atraviesan un comediante y profesor de actuación, con una de sus alumnas, quien de a poco lo introduce, contra su interés e incluso ideología, en el mundo de los smartphones y las redes sociales, lo que derivará en varios desencuentros, y en una batalla que se viraliza rápidamente en internet, convirtiéndose en un desastre para ellos.

Lo cierto es que el director Emilio Tamer no deja muy en claro hacia a donde apunta su ópera prima. Si lo que quiere contar es una historia de amor; una comedia delirante; los conflictos en las relaciones modernas; un vistazo al mundo de los artistas independientes; la ‘descomunicación’ que producen las nuevas formas de comunicación. El cineasta intenta abarcar todo junto, pero no termina de profundizar nada. O por lo menos, no lo logra.

Desde los aspectos técnicos, está muy bien lograda, y se destacan algunos paisajes porteños que embellecen la pantalla. Buenos planos y banda sonora, con algún temazo del recordado Gustavo Cerati cerca del final. Falla en la narración y en la forma de contar una historia que, de arranque, resultaba interesante aunque no del todo original.

También, la dupla principal no tiene mucha química, y toda la belleza de María Zamarbide se contrasta con una actuación no muy convincente. Sí resalta Martín Bossi en su primer protagónico, y lejos de sus clásicas imitaciones, logra un buen trabajo, con grandes momentos en su faceta humorística, aunque también en su lado más dramático, a pesar del flojo guión.

Es poca la participación de un gran actor como Roberto Carnaghi, lo mismo que sucede con Manuel Wirzt y Luis Rubio. Y además se producen una infinidad de cameos, algunos innecesarios y otros bastantes divertidos.

La película falla en algunos aspectos. Como se mencionó, en cuanto a la narración no queda claro en ningún momento cuál es realmente la trama del film. Además, los diálogos tampoco son buenos, lo que atentan contra el resultado final del film. Aunque también vale decir que despierta algunas carcajadas, en especial con la actuación de Martín Bossi. De todos modos la cinta cumple con su función de entretener, y garpa en cuanto a comedia.

¿Hay que verla? Es una buena opción para pasar un buen rato en el cine. Una historia llevadera, que despertará algunas risas, y no mucho más. “El amor en tiempo de selfies” resulta una comedia a medias: divierte pero no queda claro hacia a donde apunta.