Ya no es tan habitual como en décadas pasadas, pero cada tanto llega algún film del subgénero catástrofe para entretener a los espectadores con secuencias espectaculares, acción constante y algunas estrellas populares en pantalla. Más o menos es lo que pretende “Terremoto: la falla de San Andrés”, el estreno más pochoclero de esta semana.

La ciudad de California sufre el terremoto más grande de la historia, y en medio de los destrozos y la desesperación de los habitantes, un bombero y piloto de helicóptero de rescate, junto a su ex mujer, atravesarán desde Los Angeles hacia San Francisco para salvar a su hija. Todo en medio de constantes réplicas y sismos que ponen en peligro sus vidas.

El director Brad Peyton incursiona en el cine catástrofe, con una tarea correcta desde la realización. Elabora un conjunto de secuencias de acción sin desperdicio, aprovechando los efectos especiales, y brindando un despliegue visual muy atractivo. Toda la película es atrapante a partir de las escenas sin respiro de destrucciones y verdadera catástrofe.

El problema está en la trama en sí, con momentos que ya se escapan demasiado de la realidad. Este tipo de cintas, que vienen bastante en decadencia en los últimos años, suelen tener situaciones un tanto increíbles, pero en este estreno, en varios casos, algunas escenas ya se transforman en desopilantes. Además, el argumento suele caer en una infinidad de lugares comunes, como si el cineasta hubiera tomado un manual de cine catástrofe para realizar esta producción.

El protagónico es de Dwayne Johnson, quien suple alguna carencia actoral con un carisma demoledor, algo que le sirve para llevar adelante este film. Está muy bien en el papel principal, acompañado de Carla Gugino y de la bellísima Alexandra Daddario, ambas envueltas en toda la acción que propone la película. El toque enaltecedor está en Paul Giamatti, quien suma mucho desde un trabajo secundario.

Lo positivo de este film es el entretenimiento. “Terremoto: la falla de San Andrés” es una película floja desde lo narrativo y argumental, pero es una buena propuesta pochoclera, con una gran utilización de los efectos especiales, y una serie de secuencias de acción y destrucción muy bien logradas, que terminan atrapando al espectador, sumado a un protagonista muy carismático.

¿Hay que verla? El despliegue visual que propone este estreno merece ser visto en pantalla grande. Sin embargo, es una película más de este subgénero. El espectador que se siente en la sala de cine lo hará sabiendo que se enfrenta a solo entretenimiento. Dos horas de entretenimiento puro, y nada más.