Carrefour es la principal cadena de venta minorista en la Argentina. Hasta ahora cuenta con 19.000 empleados y más de 500 sucursales (entre hipers, markets y express) distribuidos en 22 provincias.

Pero todo ese panorama puede cambiar drásticamente en los próximos meses a raíz de la brutal caída de las ventas que afectan a la multinacional de origen francés, razón por la cual presentó en el Ministerio de Trabajo recurso preventivo de crisis.

Según datos de su sede en Francia, las ventas totales en la Argentina habían sido en 2017 de 3.495 millones de euros (unos 87.375 millones de pesos), cifra 18 por ciento superior a la de 2016.

Sin embargo, se trata de un aumento ficticio, ya que ese 18 por ciento está por debajo de la inflación anual, calculada en un 25 por ciento; lo implica una caída real en las ventas. Y ello viene ocurriendo durante los últimos tres años, especialmente desde que asumió Mauricio Macri.

Durante el kirchnerismo, la cadena tuvo una rentabilidad neta promedio de 3 por ciento, dadas las políticas instrumentadas por Néstor y Cristina para fomentar el consumo popular. Ahora, tras dos años de macrismo, “la rentabilidad promedio es negativa”, afirman desde la empresa.

Los interminables aumentos de tarifas decretados por el Gobierno Nacional y la inflación sin freno, además, se sumaron para que Carrefour hoy plantee cerrar decenas de sucursales y echar a miles de empleados.