Un partido de tenis suele demandar un extraordinario esfuerzo físico durante varias horas, algo que luego se ve reflejado en algunos tenistas, como Rafael Nadal, quien a la hora de tener que brindar sus palabras frente a las cámaras, es traicionado por un calambre.

Nadal no aguantó el dolor, y en plena premiación tras la final de Hamburgo, tuvo que interrumpir su discurso para ponerse a elongar.

Al español ya le había ocurrido una situación similar en una rueda de prensa, al igual que le sucedió al argentino Gastón Gaudio.