Quiso vengarse de su compañero, el arquero Mendy, y solo consiguió quedar en ridículo. Bastó que un jugador de Charlotte se la picara como el Loco Abreu para engañarlo, para que Conor Gallagher decidiera que haría lo mismo para tomarse revancha.

Pero una cosa es decirlo y otra, hacerlo. Se dirigió confiado a la ejecución y cuando llegó el momento de ejecutar se le quemaron los papeles y terminó con una tirito a las manos del arquero que la agarró sin esfuerzo.