El boxeador yanqui, Floyd Mayweather venció por knock out técnico en el décimo round al irlandés Conor McGregor, un reconocido campeón mundial de UFC que nunca antes había boxeado profesionalmente.

Con 40 años, en el ocaso de su carrera, y cinco coronas mundiales (superpluma, ligero, superligero, welter y superwelter), Floyd Mayweather es uno de esos pocos boxeadores contemporáneos que se han ganado con talento la aureola de leyenda del deporte mundial y ya no hacía falta demostrar nada.  

Pero su vanidad y codicia hicieron que este señor de las cuatro décadas, aceptará enfrentar un duelo polémico ante McGregor. El estadounidense no come vidrio y sabía muy bien sus ventajas de medirse con un deportista de otra disciplina: esa sería una razón para querer pararse ante un ‘pibe’ de 29 años. Además del dinero, claro.

Lejos de cumplir con las expectativas que millones de fanáticos vaticinaban -por el simple hecho de que se enfrentaron las dos figuras más convocantes del boxeo y las artes marciales mixtas-, el combate realizado en el T-Mobile Arena de Las Vegas, ratificó la condición de gran negocio y enterró la teoría marketinera de pelea del milenio con que trataron de venderla.

Fue un evento para el morbo norteamericano, ávido de combinar excentricidades. El usufructo del show reportó ganancias cercanas a los 1000 millones de dólares, superando los 623 millones del combate que protagonizaron Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, en 2015.

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