El Southampton le ganaba 1 a 0 al Tottenham cuando Erik Lamela protagonizó una jugada que recorrerá el mundo. Le tiraron un centro desde la derecha e impactó la pelota con su mano, que luego se clavó en el primer palo del arquero.

Lo curioso de la jugada es que ninguno de los rivales protestó el hecho y pasó inadvertido para el quinteto arbitral que convalidó el gol como si lo hubiera convertido lícitamente.