El equipo de Julio Lamas logró, una vez más, estar entre los cuatro mejores del mundo. Esta tarde derrotó al seleccionado de Brasil, dirigido por el técnico ganador del oro olímpico de Atenas 2004, Rubén Magnano.

Ahora deberá enfrentarse el viernes por las semifinales a un rival a confirmar, que saldrá del choque entre Estados Unidos y Australia.

El clásico sudamericano fue intenso de principio a fin. El primer cuarto, como viene ocurriendo en este torneo, le costó más a la Argentina donde fue superada con un parcial de 26-23.

Sin embargo, en el segundo cuarto los hombres de Lamas ajustarían piezas. Mediante una mayor eficacia en sus tiros e intensidad defensiva se llevaría ese cuarto y se iría al vestuario 46-40 arriba tras al finalizar la primera mitad.

Los rebotes ofensivos de Brasil, el mayor déficit argentino en la primera mitad, dejaron de serlo una vez iniciado el tercer cuarto. Lamas encontró buenas respuestas por parte de la banca y mantuvo un goleo muy bueno.

“Manu” Ginóbili, 16 puntos en 36 minutos, tomó la posta en las acciones ofensivas y condujo con soberbia a la Argentina.

En el último, el más dramático, fue donde se vio lo mejor de la “Generación Dorada”. Brasil achicó a solo un triple la ventaja que llegó a ser de quince. Ahí fue cuando los campeones olímpicos en 2004 dieron una demostración más de carácter, templanza y categoría.

Por medio de grandes defensas y acertadas ofensivas, el seleccionado brasileño se vio obligado cortar el juego y cometer faltas, lo que le dio la posibilidad al conjunto de Lamas de aumentar la distancia con varios tiros libres.

Marcelinho y Scola le pusieron suspenso al final, con dos triples y cuatro libres errados respectivamente.

Por tercera vez consecutiva Argentina participará de una semifinal olímpica, un suceso inédito. Estos jugadores, llenos de gloria, aún quieren más. Y nosotros, privilegiados, aún podemos seguir disfrutándolos. El sueño de una nueva medalla sigue está cada vez más cerca.