Su contratación estaba acordada desde finales de 2016 y este lunes se oficializó: Juan Manuel Sanabria pasa de Nacional a Atlético de Madrid. 

A cambio de un millón de euros, el equipo que dirige Diego Simeone se llevó a una de las joyas del fútbol uruguayo.

Con pasado en la Selección Sub 15, capitán de la última Sub 17 charrúa en el Sudamericano de la categoría y campeón de la Copa Libertadores Sub 20 con Nacional, Sanabria es un zurdo mediocampista de tan solo 18 años y de muy buenas condiciones técnicas y tácticas.

El pibe oriundo de Florida cumplió la mayoría de edad en marzo pasado, plazo que esperó el conjunto español para poder contratarlo, y ahora se sumará el equipo juvenil de los rojiblancos.

Con él, serán cuatro los uruguayos en Atlético: Diego Godín, José María Giménez, y Nicolás Schiappacasse, que milita en la filial B del conjunto de Madrid.

Y por casa

¿Hace cuánto que River o Boca no venden a un jugador juvenil a Europa?

Los últimos dos grandes pases fueron de equipos de Avellaneda, uno rutilante, el de Lautaro Martínez -figura de una selección juvenil Sub 20- a Inter, y el de Ezequiel Barco, campeón y figura de Independiente en la Copa Sudamericana con menos de 20 años, que se fue a... la Major League Soccer.

Sí, River vendió a Driussi y Alario por buenos millones pero no a equipos de primerísimo nivel.

Y Boca a Facundo Colidio, también a Inter, pero a sus inferiores en lo que pareció más un acuerdo de partes por no contar el delantero con lugar en la Primera Xeneize que por otra cuestión. 

Ah sí, el Xeneize vendió a Bentancur a Juventus. El caso es fino porque es un uruguayo formado en la Ribera. 

Pero aquí se habla de la relación club-selección juvenil-trampolín mundial; del trabajo en formativas para sacar jugadores líderes, conductores, capaces de asumir y asimilar la transición de categorías menores a la Primera. 

Y en ese ítem está fallando el fútbol argentino, desde que el equipo de Pekerman dejó de conducir sus destinos.

El dato alentador es que tres de sus jóvenes dirigidos (Diego Placente, Pablo Aimar y Lionel Scaloni), están hoy a cargo de las selecciones juveniles. 

Quién sea designado entrenador de la Selección Mayor -¿y su manager?-, tendrá la difícil tarea acompañar y apoyar su trabajo y de reestructurar otra vez nuestro fútbol desde los cimientos. 

Ya no solo para defender el cetro de país más ganador de títulos juveniles (alzar trofeos es muy difícil y no debiera ser el único objetivo), sino para preparar física, mental y futbolísticamente a nuestros jóvenes para insertarse en un fútbol que cada día es más parecido a una selva laboral dónde los resultados y el exitismo arrasan con todo. 

Primero los pibes

Manu Ginóbili se enojó muchísimo cuando en la categoría se eliminó el resultado del tablero y el tiempo de juego. En cambio, en el fútbol nuestro de baby fútbol y de inferiores cada días los chicos compiten desde más temprana edad. 

Por caso, Juan Román Riquelme en La Carpita o Esteban Cambiasso en Parque jugaron cinco o seis años; en cambio, los cracks que llegarán a Primera en un par de años, habrán tenido siete u ocho, ya que desde los 5 años ya compiten en ligas donde cada sábado las jornadas parecen ser de vida o muerte. 

Lo mismo sucede en inferiores donde hoy un nene nacido en 2010, de tan solo 7 u 8 años, juega torneos largos y partidos postergados entre semana (este miércoles se puede ver en la villa olímpica de Vélez un par de partidos ante Banfield, por ejemplo). 

Y eso que en el mundillo de inferiores River, Boca, Vélez y San Lorenzo están vistos como los mejores clubes en materia formativa. Claro, no pueden salirse del sistema y deben competir (¿les exigirán resultados a los profes?).

Mientras en España y países como Japón, los chicos juegan en fútbol 7 en canchas de césped sintético y no saltan a cancha grande hasta casi los 12 años, acá los tiramos en La Quemita o Deportivo Español a que corran detrás de una pelota. 

Cuando los libros de iniciación en el fútbol indican que el niño hasta la edad de 13 o 14 años debe tener mucho contacto con la pelota. 

En medio del auge de los torneos amateurs de fútbol 6, 7 y 8, con predios como antes canchas de padlle que tapizan Buenos Aires ¿es una locura pensar en nivelar el salto de nuestros chicos de la cancha de baby a una de 7 u 8 para después sí encontrarse en una de 11?

Y ni hablar de que en el mal llamado interior de nuestro país no existe casi el baby fútbol, sí el futsal para chicos en zonas frías como Tierra del Fuego o Mendoza, de dónde son los mejores jugadores de Argentina, actual campeón del mundo en la categoría. 

El que no cambia todo no cambia nada, dice el poeta y sin embargo, solo queda en canción. 

La cantera uruguaya

“La joven promesa uruguaya, procedente del Club Nacional de Football, ya se ejercita junto a sus nuevos compañeros en la Ciudad Deportiva Wanda”, informó el club español en sus redes acerca de la llegada de Sanabria.

Y es uno más de una lista que desde hace un tiempo, no hacen más que ratificar el excelente trabajo en divisiones formativas que realiza Uruguay, tras copiar el modelo Pekerman, claro que con la impronta del propio Oscar Tabárez. 

Uruguay comienza a trabajar en infantiles a nivel selecciones desde la Sub 15, que dirige Diego Demarco, la Sub 17 a cargo de Alejandro Garay y la Sub 20, campeona en el último Sudamericano y cuarto puesto en el Mundial del año pasado en Corea, con Bentancur, De La Cruz, Valverde -hoy en La Coruña-, Saracchi y Benavidez -el mediocampista de Independiente- como estandartes.  

Tal es la seriedad de Fabián Coito al frente del proyecto Celeste que cuando en el verano Peñarol quiso contratarlo para reemplazar al DT saliente Leo Ramos, casi por unanimidad el mundo de Selecciones y hasta futbolistas se manifestaron en contra. 

Uruguay dio cuenta en estos últimos años de preparar a sus jugadores para el gran salto, del pequeño mundo del fútbol uruguayo al exigente y voraz argentino, brasileño o europeo. 

Diego Laxalt -el que anuló a Mbappé en el duelo de octavos de final- al Inter a los 19 años, De Arrascaeta con la número 10 de Cruzeiro, Saracchi con la 3 de River, y Nández y Bentancur con la camiseta de Boca, son solo ejemplos de la continuidad del trabajo.

Basta con recordar que José María Giménez reemplazó en pleno Mundial de Brasil a Diego Lugano con tan solo 19 años, o Nicolás Lodeiro con 20 jugando partidos clave en Sudáfrica 2010. 

Uno de los casos más salientes de la exportación de talentos prematuros es el de Lucas Torreira, que fue comprado a Wanderers por el Pescara a los 18 años, brilló en Sampdoria y este año fue el 5 titular de Tabárez en el Mundial de Rusia. 

Con tan solo 22, el mediocampista se ganó un lugar entre los Godín, Cavani y Suárez, y ya suena como futura ficha del Arsenal inglés. 

De Uruguay al mundo

Incluso, existen casos de jugadores que aún sin pasar por las selecciones formativas dan la talla para pasar del fútbol uruguayo al europeo a temprana edad. 

Maxi Gómez, también en el plantel 'Celeste' en la última Copa del Mundo, sorprendió al fútbol uruguayo con la camiseta 9 de Defensor con tan solo 18 años.

Jugó torneos locales y Copas, Sudamericana y Libertadores en los que convirtió 29 goles en 47 partidos.

A la temporada siguiente fue adquirido por el Celta de Vigo, que le hizo contrato hasta 2022 e iba a cederlo. Pero el 'Tanque' la rompió con 18 goles en 36 partidos. 

MAXIMILIANO GOMEZ || Celta de Vigo ► Skills 2018 ᴴᴰ

Defensor Sporting fue en este Mundial uno de los diez clubes que más jugadores de su cantera aportó. Nández se formó allí aunque luego pasó a Peñarol tras su primer año en el 'Violeta'. 

Nahitán es producto de aquel juvenil Sub 20 de 2015 disputado en Montevideo que ganó Argentina con Gio Simeone, Ángel Correa y Augusto Bartalla como emblemas.

Tras aquel torneo, Uruguay vendió a Nández, Rodrigo Amaral -ahora en Racing-, Mauro Arambarri -hoy en Getafe-, y Gastón Pereiro, de Nacional al PSV holandés sin escalas. 

"Manyas y Bolsos laburan muy bien con los gurises", resume el colega uruguayo Diego Martínez a Diario Registrado, además de aportar jugosos datos para esta nota: "Danubio es el otro que club que hace las cosas bien, Saracchi salió de allí y le dio también para capitán de una selección juvenil". 

El caso de este chico Juan Manuel Sanabria, que ahora jugará en Atlético de Madrid, es uno más de una larga lista de una cantera que dejó de lado el mote de 'inagotable' para ponerse a trabajar. 

Pero en serio y así perfeccionar y pulir -¡repetimos!- física, anímica, mental y futbolísticamente, a los jóvenes para su mejor adaptación en el mundo del fútbol.

Un fútbol en que cada día para los pibes es tan peligroso marearse y perder el rumbo, como cruzar a buscar la pelota del otro lado de la rambla.