El campeón del mundo quiso darse un gusto y recorrer las calles de Madrid sin que nadie le pida un autógrafo o quiera sacarse un foto con él.

Y para eso optó por lo que se suele hacer en las películas: se ocultó detrás de un disfraz para que nadie lo reconozca, mientras su novia lo grababa caminando de incógnito.

Es que si Lautaro Martínez se daba a conocer no hubiese podido disfrutar del paseo como lo hizo absolutamente camuflado.