Mientras un grupo de futbolistas, sin Messi aún, corrían alrededor de una de las canchas del predio de Ezeiza, un perro comenzó a perseguirlos y los jugadores se divirtieron e hicieron todo tipo de chistes. 

Pura velocidad y cambio de ritmo. 


El picho no tiene nombre, los jugadores arrojaron muchos apodos y se estallaron de risa.