El tandilense sabe qué se siente lesionarse una y otra vez. Por eso no dudó en ayudar a levantar a Nicolás Almagro, que debió abandonar por su lesión en la rodilla izquierda -así Delpo avanzó a tercera ronda de Roland Garros-.

Del Potro cruzó la red y fue a levantar al español, que se tendió a llorar en el polvo de Paris, y lo acompañó hasta la silla.

Fraternalmente lo acarició en la cabeza, consolándolo, y asistió al desahogo de Almagro con un botellazo al suelo.

Lo acompañó hasta que dejó la cancha 2 en medio de aplausos, claramente destinados a los dos.