Centenares de aficionados del conjunto francés invadieron el campo cuando los seguidores turcos empezaron a lanzar proyectiles pirotécnicos y bengalas contra la hinchada local, situada por encima. 

Los jugadores ya habían realizado los ejercicios de calentamiento sobre el mismo césped y se encontraban en los vestuarios cuando se generaron las primeras peleas entre los aficionados en la tribuna. 

Además, en la entrada del fondo norte del estadio hubo unos primeros incidentes entre hinchas de los dos equipos que obligaron a los agentes a utilizar gases lacrimógenos. El partido, que tenía el nivel 4, el máximo, en la escala de valoración de riesgos, se retrasó.

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Jean-Michel Aulas, presidente del club francés, bajó al césped como respuesta al lanzamiento de objetos y petardos por parte de los turcos a los locales, que optaron por invadir el césped para protegerse. El directivo pidió la vuelta a la grada, desde donde esperó con su afición a que las cosas se tranquilizasen y desde donde presenció el inicio del duelo.

La UEFA decidió retrasar el inicio del partido mientras los hinchas del Lyon regresaban a sus ubicaciones tras la intervención de las fuerzas policiales.