El rotativo se basa en un documento del año 2007, en el que el representante de la FIFA en la primera inspección sobre el país anfitrión, Hugo Salcedo, afirmó que la construcción de los estadios consumiría alrededor de 2.600 millones de reales (unos 1.100 millones de dólares, en la época).

Este monto es equivalente a menos de un tercio del gasto de 8.900 millones de reales (unos 3.787 millones de dólares) admitidos en el presupuesto más reciente del comité organizador.

Los distintos problemas –atrasos, derrumbes e inundaciones– en las canchas que se construyeron o remodelaron generaron este notable aumento en el costo total.

"En la época, la FIFA consideró que el presupuesto había sido 'bien preparado' y que 'no había dudas' sobre el compromiso de Brasil de atender a las exigencias de la entidad", publicó el diario local.

Según el reportaje, en aquella época la FIFA no expresaba preocupación por el precario estado de los aeropuertos brasileños y de los problemas de tránsito en las grandes ciudades, que hoy están entre las principales focos de preocupación de cara al próximo Mundial.

"La infraestructura de transporte aéreo y urbano podría atender en forma cómoda a las demandas de la Copa", afirma el documento, que agrega que "la infraestructura de aeropuertos podría atender a un gran número de pasajeros yendo a partidos en viajes de ida y vuelta el mismo día".

Vale recordar que durante la Copa Confederaciones del año pasado, habitantes de varias ciudades salieron a la calle a protestar por estos millonarios gastos y hubo choques con la Policía que dejaron cientos de personas detenidas y varios heridos.