Yves Klein nació en Niza en 1928 y falleció a la temprana edad de 34 años de un infarto. Su carrera artística de siete años fue meteórica no solo por la cantidad de obras, ebullición de ideas, polémicas, escritos o por pensar una "sensibilidad inmaterial" sino también por ser conocido como el hombre que creó un color: el International Klein Blue (IKB). 

"Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (...) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa transparencia, ese vacío inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones" 

"El pibe azul", bromeó Daniel Moquay, el curador de la retrospectiva que se inaugura el 18 de marzo en Fundación Proa. Y en la simpleza de esa frase puede entenderse el respeto, admiración y cariño con el Moquay pensó la exhibición de Klein en nuestro país que incluye 76 obras que permiten hacer un recorrido histórico por las experimentaciones del artista francés acompañadas por alrededor de 100 documentos que brindan un importante aspecto didáctico e histórico. 

¿Por qué visitar una muestra de Klein? Para aquellas personas que estén interesadas en sumergirse en los inicios del arte contemporáneo del siglo XX y repensar los museos, el valor de la obra, lo que la rodea y la relación de la mirada ante el arte; ésta puede ser una gran oportunidad para conocer a un artista que supo ser un manifiesto en sí mismo rompiendo con la idea de arte como producto finito ya que "cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una sensibilidad inmaterial": como ocurre con una de las obras más importantes de su carrera cuando realizó el ritual para la venta de  Zone de Sensibilité Picturale Immatérielle que al venderlo solo se quedó con la mitad de los lingotes de oro y el resto lo arrojó al Sena mientras el comprador quemaba el recibo haciendo de la obra una performance y al mismo tiempo una inmaterialidad permanente. 

Y es que para recorrer la propuesta de Proa sobre Klein es necesario, como indica Moquay, sintonizar la filosofía zen que el artista tomó en su viaje a Japón a comienzos de la década del cincuenta. Las obras de la muestra pueden apreciarse en sus diversos paradigmas como estáticas, de batalla y dinámicas lo que permite un juego de contemplaciones distintas en conjunto y de forma aislada. 

Si el visitante queda sumergido en la obra de piso donde el azul Klein, registrado por el artista en 1960, no dejará de sentirse atrapado al chocar con la colección de esponjas o al romper con el monocroma y recorrer las obras de fuego. Es que justamente la propuesta en la obra de Klein es ver qué es lo que pasa alrededor con los contextos, con el agua, con el viento o el incendio de las figuras que se esconden en los cuadros. 

"El pigmento azul es mi obra", Yves Klein

La muestra además cuenta con un espacio para escuchar a Klein en "Diálogo conmigo mismo" con la grabación original de 1961 que habilita a conocer más sobre las ideas del artista y su archivo personal que desde hace 25 años viene curando Moquay junto con la viuda de Klein, Rotruat. 

"Es interesante comprender que los mejores defensores de la obra de Yves Klein son los propios artistas", asegura Moquay en diálogo con Adriana Rosenberg-, directora de Proa. Y esa defensa está centrada en la labor del autor de "El Salto en el vacío" no solo por la calidad de sus obras sino por su forma de pensar al arte hacia un lugar donde está sin estar; "lo inmaterial" como un velo eterno. 

Azul inmortal 

Klein estaba preocupado por ampliar los horizontes del arte y en el color tuvo una de las posibles respuestas. Mientras en 1956 vacacionaba en su Niza natal, el artista realizó diversos experimentos con un polvo de un pigmento ultramarino en crudo al que le agregó aglutinante polimérico para mantener su luminosidad; un azul que cuatro años más tarde logró patentar como International Klein Blue (IKB) y que trasladó a gran parte de sus obras siendo una firma personal de un lenguaje propio y receptivo. 

Exhibición de Klein en Proa

Antes de su patentamiento, en 1957 Klein inauguró una exposición en Milán donde inició su "Revolución Azul" con el monocromático y que fue extiendo en diversos objetos como su colección de esponjas, globos y esculturas.  Incluso para sus "pinceles vivientes"; cuerpos que no dudaron en sumergirse en su pintura para crear trazos únicos sobre lienzos, cartones y papeles . 

"El azul era para él el espacio cósmico donde soñó levitar libremente, física y espiritualmente", escribió su viuda Rotraut y agregó: "Verdaderas experiencias sensoriales, las obras de Yves Klein son atemporales, universales, más allá de dogmas y religiones". 

Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del Siglo XX

Con motivo de la primera retrospectiva del artista en Latinoamérica- que luego de su paso por Buenos Aires irá a México y Brasil- Fundación Proa y FLACSO Virtual presentan un curso para estudiar e investigar el contexto de un artista clave para comprender el arte del siglo XX. 

Yves Klein, El salto en el vacío, Octubre 1960, Archivos Yves Klein.

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YVES KLEIN RETROSPECTIVA

Rotruat Klein Moquay- Daniel Moquay- Archivos Yves Klein

Fundación Proa

18 de marzo- 31 de julio 2017

Avenida Pedro de Mendoza 1929- La Boca 

De Martes a Domingo de 11 a 19 

Lunes cerrado