Para muchos Jean- Michel Basquiat representa el ejemplo preciso del famoso dicho  “Vive deprisa, muere joven y deja un cadáver bonito”.  Murió con tan solo 27 años tras no poder superar una adicción a la heroína que sin embargo no le privó de disfrutar el reconocimiento de su arte irreverente. 

En mayo de este año volvió a ser noticia cuando el empresario Yusaku Maezawa compró la obra 'Untitled, 1982' por la friolera de U$S 57,3 millones (ahora pasará a formar parte de la Fundación de Arte Contemporáneo de Tokio) superando así la puja en la subasta por 'Liz' de Warhol, que llegó a ofrecerse por 7,9 millones de euros y que finalmente no se vendió. Pero no es la primera vez que se paga una abultada cifra por el arte de este joven nacido en Brooklyn en 1960, hijo de una acomodada familia con sangre haitiana y puertorriqueña, que buscó salirse de la academia.

Ya con sólo 21 años logró vender un cuadro suyo por 20 mil dólares y superó el desafío de llevar los graffities a los museos seduciendo completamente a Andy Warhol (se conocieron en 1981) en la búsqueda de nuevas expresiones con su estética "neoexpresionista, marginal y primitiva".  ¿Acaso el alumno ha superado al maestro? es una de las preguntas que recorren Nueva York en este momento cuando el marketing de la obra de Basquiat vuelve a estar en las vidrieras;  incluso una marca acaba de lanzar en Brooklin anteojos inspirados en su obra.

 

Andy Warhol y Jean Michael Basquiat en Nueva York, 1985. Foto: Michael Halsband /Landov.

Ese "primitivismo africano" nacido de su inspiración- Pollock, Kooning, Towmbly- su poesía y su contacto con pandillas del Lower Manhattan quedaba grabado en las paredes- y más tarde en los museos-  bajo el el seudónimo de 'SAMO' (las siglas de Same Old shit: 'la misma mierda de siempre'). Una ironía que se replicaba con las frases que acompañaban a su arte: “SAMO salva idiotas” o “SAMO pone fin al lavado de cerebro religioso, la política de la nada y la falsa filosofía”.

“Se hizo famoso por su arte, y entonces se hizo famoso por ser famoso, y entonces se hizo famoso por ser infame”, aseguró el fallecido curador neoyorkino Richard Marshall.