Fue una fiesta total, de eso no quedan dudas. La energía que transmite Goran Bregovic junto a su 'Orquesta de Bodas y Funerales' hicieron que los asistentes abandonaran las butacas de inmediato y tomaran por asalto los pasillos del Teatro Ópera. Las familias con ascendencia de las varias nacionalidades de la región de los Balcanes dijeron presente y hubo mucho público mayor, tal vez generaciones que extrañan los sonidos de su tierra o la cultura que le transmitieron sus antepasados. 

"Si tu país desaparece, descubres que no era algo político ni geográfico, sino emocional. No me siento represente de una nación o un Estado. Sólo represento ese territorio emocional que no tiene nada que ver con la política", definió en una entrevista su sentimiento nacionalista ligado a lo emocional y no a lo político.

Se trata de uno de los principales referentes de la música balcánica, que trascendió fronteras al mezclar el folklore de su país con recursos y músicos árabes y gitanos, y por lo que se pudo observar el miércoles por la noche, incluso de música electrónica: la banda tiene tremendos músicos, sin embargo, para asegurar el show se escucharon varias pistas grabadas de bajos, detalles de percusión y alguna que otra línea de tubas.

Algo innecesario teniendo en cuenta el nivel de ejecución que mostraron, pero hay que reconocer que al momento de la fiesta, esos soportes disparados de su iPad garantizaban la algarabía de la mayoría... los que jamás se dieron cuenta de este detalle o no les importó en absoluto.

La sección de bronces es realmente de las más explosivas: dos tubas que deleitan en sus momentos dulces, dos trompetas de llaves que lucen el característico sonido del género y un explosivo saxo que se alternó con el clarinete por el mismo ejecutante.

Las coristas son las encargadas de tapar la fiesta con un manto de silencio, coloreado por sus voces magistrales, logrando que las bocas del público se cierren, las miradas se detengan sobre ellas y la emoción brote desde las entrañas de cada escucha. Entre el propio Goran y la voz de Muharem Redzepi, logran un salto de color en las líneas vocales. Las cualidades del percusionista árabe para cantar son realmente asombrosas.

El repertorio que brindó incluyó casi todo el último álbum, más varias reversiones de Gogol Bordello, Gypsy Kings, Florin Salam y la clásica canción de resistencia italiana contra los nazis, en la Segunda Guerra Mundial.

Cuando la fiesta se agotó después de más de dos horas de un intenso show, el grupo Fandango esperaba al público a la salida del teatro y mientras hacían rugir sus bronces al ritmo de canciones populares -incluyendo la marcha peronista- se empezó a escuchar un fuerte y único 'Vamos a volver'.

El sentimiento de pertenencia hacia las raíces de su tierra que predica Bregovic es adoptado por sus seguidores, y en el caso de los argentinos, evidentemente la preocupación por el 'cambio' refleja el miedo de que lo nacional quede de lado frente a la presentación de lo extranjero como la mejor opción, a la entrega del estado a las recetas económicas neoliberales o la nula promoción de la cultura nacional.  

Fotos por Diego Pintos (Infonews)