La idea surgió cuando Ibo Omari, de 34 años, atendió en su negocio a un padre y su hijo que querían comprar un aerosol para tapar una esvástica que estaba dibujada en una plaza. 

En lugar de tapar  por completo el símbolo hitleriano, el grafitero la "reconvirtió" en otra obra.  Un mosquito fue la primera esvástica repintada y la imagen que dio origen al proyecto #PaintBack. 

"Antes de pintar las paredes siempre nos ponemos en contacto con el propietario para asegurarnos que se nos permite pintar algo bonito sobre la esvástica", aclaran desde la asociación en diálogo con Verne. Una iniciativa que empezó a replicarse en otras ciudades de Alemania.