Los descubrimientos de un equipo de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, cambiaron los parámetros de la antropología por lo que encontró en el yacimiento de Jebel Irhoud. Allí se topó con restos humanos de 300.000 años. 

Bajo la dirección del paleoantropólogo francés Jean-Jacques Hublin se descubrió más fósiles humanos, con huesos de una calavera y una mandíbula.

Lo llamativo es que las investigaciones determinaron que estos homo sapiens tenían los huesos a la vista, y las cuencas de los ojos vacías.

Las huesos de las manos encontrados indican que eran más delgadas que las del hombre actual y no tenían piel.

Los restos también indican que comían sin usar la lengua, lo que explicaría su bajo peso. 

Pero lo más sorprendente es que los investigadores deducen que éstos homínidos no vivían en la superficie, sino bajo tierra, rodeados de rocas y barro.