A principios de mes, el Presidente calificó el rumbo de su gobierno con un 8: bastante más que un aprobado por un primer año de gestión signado por la caída de todos los indicadores económicos, aumentó la desocupación, la inflación no pudo ser controlada, etc.

Consultada sobre esa autoevaluación, la vice Gabriela Michetti opinó que "no me parece mal ponerle un 8" porque "lo que estamos evaluando no es el resultado económico... solamente –añadió dubitativa–, sino también la cantidad de cosas que hemos podido ir ordenando, encaminando".

"Cosas", dijo la segunda de Mauricio Macri, que no identificó más allá "del equipo de trabajo que coordina muy bien y tiene mucha camiseta", precisó (¿precisó?) Michetti, ignorando olímpicamente el descalabro económico y social desatado por el conductor del Pro en la Presidencia de la Nación.

Un "equipo", como suele decir los macristas, que se viene desgranando lenta pero inexorablemente ante la impotencia de la que sufre el gabinete Ejecutivo, ya sumido en una interna tras otra.