El viernes pasado, Horacio Rodríguez Larreta, encabezó un encuentro que incluyó un millar de funcionarios y que se llevó a cabo en la Usina del Arte ubicada el barrio de La Boca.

Allí, el jefe de Gobierno porteño les pidió a los presentes que no se llamen entre sí por el apellido y/o el cargo sino que usen, simple y llanamente, el nombre de pila.

¿Un signo de confianza mutua, de desacartonamiento en las relaciones oficiales, de desparpajo político? Nada de eso: es que el alcalde sigue en campaña electoral con los parámetros establecidos por el factótum del macrismo, Jaime Durán Barba.

El ecuatoriano fue quien, de hecho, diseñó la campaña electoral de Mauricio Macri y el PRO que, además de mentir, de callar sobre la devaluación, los tarifazos y negar cualquier posibilidad de ajuste, incluyó las conversiones de Macri en Mauricio, de Michetti en Gabriela e, incluso, de Rodríguez Larreta en Horacio.

Es decir: la campaña electoral llevada al paroxismo de la vida cotidiana del Gobierno de la Ciudad.