Una vez que comienza un enfoque económico y político con las actuales características-en la Argentina-, es muy difícil volver atrás. No se lo que “de verdad” piensa el Gobierno, pero el recurso dialéctico es: “en el futuro vamos a estar mejor”.

El futuro es incierto, no se puede hacer cálculo probabilístico sin tomar una muestra. Sin una muestra no se puede calcular la esperanza matemática, ni el promedio, ni el desvío estándar. Y, como la única muestra que tengo es actual o del pasado, no existe forma de sostener lo que el Gobierno afirma. Al no poder tener una distribución de probabilidades futura, solo se puede extrapolar el acontecer histórico y con parámetros que supuestamente serán similares en el futuro. El problema del Gobierno es que los empresarios quieren calcular el futuro y, si lo hacen bajo estos términos, las inversiones no pueden llegar nunca.

El Gobierno luce apremiado por las presiones sociales, por eso anuncia la ejecución de obra pública detenida.

Con caída de la recaudación por la eliminación de impuestos y retenciones la brecha fiscal se amplió, sin contar que la deuda externa en dólares aumento alrededor de 24.000 millones de dólares (mas adelante amplio).

Recuerde que en diciembre/enero le decía desde esta misma columna, que no solo no iba a bajar el déficit fiscal en 2016, sino que iba a crecer. Si además llega a retrotraerse el aumento tarifario, el déficit fiscal primario se va a potenciar. A este déficit primario debemos sumarle los intereses que han de generar los 24.000 millones de dólares de deuda nueva-unos 1.900 millones de dólares anuales-, mas los 900 millones de dólares mensuales de intereses que paga o devenga el BCRA por las LEBACS- Letras del Banco Central‎  (una bicicleta infernal que ya vivimos con Martínez de Hoz). A la vez, con un PBI en caída (-2%) es lógico esperar menos recaudación y peor relación deuda/PBI. Todo esto sucede sin un plan de estabilización del FMI (cuya delegación llega el mes próximo, luego de 11 años de ausencia) para intentar salir de la inflación que se duplicó en solo ocho meses de la gestión del presidente Macri. Si la intención verdadera es bajar la inflación a 20% en 2017, sería necesario un plan que incluya una política monetaria mas contractiva, una política fiscal más ahorrativa y eso es imposible sin un acuerdo con toda la sociedad. El panorama es complejo, en materia fiscal, la ley de reparación histórica a jubilados que implica una “quita real” de magnitud, requiere de un aumento del gasto previsional de $ 67.000 millones, entre aumento de haberes y pago de deuda retroactiva, que repito, representa una rapiña a los jubilados que acepten. No conforme con un discurso demagógico que los viejitos compraron (puede recomendarles que rechacen cobrar 4 años de indemnización cuando llevan 10 de juicio, para empezar), el Gobierno quiere ganarse a los “nuevos gordos”, y decidió devolverles $ 30.000 millones de las obras sociales. Con el objeto de congraciarse también con los gobernadores y así devolver los apoyos prestados en el Senado-haciéndose cómplices de la rapiña a los viejitos-, procede a la devolución de los recursos de la Anses a las provincias, que implica traspasarles $ 37.600 millones en 2016 y $ 28.400 en 2017. Todo esto sin contar que la elección de medio tiempo tendrá su impacto sobre las cuentas públicas el año próximo. Van a tener que bombear mucho el gasto porque la popularidad de Macri se esta esfumando.

El alto déficit fiscal que supieron conseguir, mientras aplicaron  menor emisión monetaria del BCRA para financiarlo-pero manteniendo en parte la dominancia fiscal-, conlleva un aumento del endeudamiento del sector público creciente. Concretamente, para lograr gobernabilidad-sindicalistas-gobernadores-oposición-medios, el gobierno se endeuda y “arregla con todos y todas”.

Por otra parte-la política monetaria-, el BCRA aplica una política monetaria de metas de inflación, y utiliza la tasa de interés de las LEBAC a 35 días como instrumento moderador. En estos esquemas, para bajar la tasa de inflación, el BCRA debería aplicar una tasa de interés real positiva y alta, para reducir la demanda agregada y disminuir la expectativa de inflación. El inconveniente es que tiene compromisos de emisión de base monetaria y debe emitir para financiar al sector público y pagar los intereses de la deuda en LEBAC. Para que el esquema sea coherente, la demanda de pesos debería concordar con lo que el BCRA debe emitir. Dado que los mercados no desean tantos pesos como los que el BCRA tiene que emitir, tratará de aplicar esos pesos a más LEBAC. En ese contexto, el endeudamiento violento que ya muestra el stock de LEBAC (mas de 70% en 8 meses), tendería a aumentar más, empeorando la situación por la necesidad del BCRA de mantener tasas de interés reales positivas para reducir la inflación. En este escenario el stock de LEBAC comienza a ser explosivo porque la demanda de pesos es inferior a los compromisos de emisión del BCRA y mucho peor, porque el costo real de la deuda en LEBAC seria fuertemente positivo, si es que se quiere mantener tasas reales positivas para bajar la inflación.

En conclusión, el BCRA ya emitió $193.700 millones para comprar dólares y financiar al Tesoro; aunque los mercados sólo demandaron $ 49.500 millones. El exceso de pesos remanente, unos $ 144.200 millones se fueron a comprar de LEBAC, que al mantenerse el mismo tipo de cambio nominal, rinde la extravagante tasa de interés en dólares de alrededor de 32% efectiva anual. Otra vez la bicicleta financiera, a través de las LEBAC que ya asciende a casi $ 600.000 millones, de los cuales el 34%, unos $204.000 millones ya constituyen un déficit cuasi fiscal, de alrededor de 2.5% del PBI.

En síntesis, las economías de este enfoque quieren acumular, no apetecen consumir, son economías monetarias/financieras, no economías reales. Ahora es el corto plazo el que condiciona al mediano y largo plazo. Recuerde que en estos programas económicos, ni el consumo ni el gasto público son protagonistas, sino las inversiones y el crecimiento de las exportaciones se consideran llaves de un crecimiento sustentable.

Aunque como dije al principio, es muy difícil predecir con modelos econométricos, porque han demostrado que solo sirven para analizar el pasado; JP Morgan y toda la banca de inversión los utilizan. Las expansiones monetarias remuneradas o no remuneradas ya se crearon y el tiempo no vuelve atrás, por eso la incertidumbre crece y no llega la inversión extranjera directa (IED),  es que paradójicamente, el enfoque de pensamiento económico que expresan los teóricos del gobierno y los mercados, lo que se está aplicando (praxis) no es la forma en que se corrigen los desequilibrios macroeconómicos (mala praxis), para atraer inversiones que no sean golondrinas.