Desde hace 3 años en horario central, y por la pantalla de América TV, Santiago Del Moro reúne a un nutrido grupo de panelistas y juntos le dan forma a un programa que surgió con la primigenia idea de enfocarse en el mundo del espectáculo, y al calor del frenético año electoral que vivimos, fue mutando hasta concentrarse con exclusividad en la política.

Cabe señalar que este pasaje del mundo de los ricos y famosos a la política es tributario de una concepción de la actividad pública como un coto de corrupción y donde solo los incapaces tienen lugar. Desde esta perspectiva quienes provienen de la actividad privada lo hacen con la ilusión  “de dar una mano” del modo más desinteresado posible, ya que han demostrado su éxito en la arena privada. Siendo esta característica una clara diferencia con los políticos profesionales quienes son, de una forma coherente con esta mirada, diariamente vilipendiados por los columnistas. Por cierto que esta es la óptica proveniente del mundo empresarial y de las ONG, presente en los gobiernos Pro de Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires y Nación, tal como lo cuentan detalladamente en el libro Mundo Pro los autores Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Belloti, y que cuenta como flamante (después despedido) Secretario de Política Universitaria a Juan Cruz Avila, a la sazón productor de este ciclo televisivo, como uno de los tantos ejemplos de esta aseveración.

Cabe destacar que esta supuesta distancia entre los funcionarios y las personas comunes encuentra su máximo exponente en Paulo Vilouta, quien se encarga de llevar al paroxismo esta mirada del hombre común. Precisamente por la llegada que demostró tener el programa al ciudadano promedio, la aparición de los protagonistas de las contiendas electorales así como de los sucesos de interés cotidiano fue frecuente y contribuyó decididamente con el éxito del programa que en el 2015 se alzó con la estatuilla del Martín Fierro al mejor programa periodístico local.

Sin duda alguna, se trata de la espectacularización de la política, donde podemos detectar la recurrente confusión entre lo público y lo privado, la difuminación de la barrera entre opiniones y hechos y la eliminación de la divergencia entre la información y el entretenimiento. Este último ítem tiene una marcada presencia en varios noticieros de nuestro país donde observamos la implementación de la lógica del entretenimiento en las noticias políticas. Un ejemplo en esta dirección lo constituye la incorporación de conductores como Germán Paoloski a noticieros exitosos en audiencia. El presentador fue la cara visible del informativo de la medionoche de Telefé en el 2013 y en la actualidad se encuentra conduciendo un magazine con panelistas certificando que esta frontera otrora inexpugnable se ha desdibujado. Su contraparte es el sostenido aumento del contenido político desde una óptica desideologizada en los espacios de entretenimiento.

Otra característica que consideramos central en Intratables la otorga al lugar concedido al kirchnerismo en el mismo. En efecto, podemos ver que la voz que defendía los logros del período 2003-2015 quedaba siempre en franca minoría numérica en todos los temas abordados a lo largo del ciclo. Ese rol, ocupado por Diego Brancatelli, fue epicentro de bromas por parte de todo el grupo de panelistas, y también por los espectadores, quienes se encargaron de hostigarlo vía redes sociales. El anonimato y la virulencia de las críticas en público fueron un eficaz complemento para la tarea de demolición de todo lo que oliera a defensa a lo actuado por el Estado, como bien pudieron corroborar los diversos funcionarios del gobierno kirchnerista en el estudio de América TV.  Es una reactualización de la siempre vigente teoría denominada La espiral del silencio. La misma, próxima a cumplir 40 años, y creada por Elizabeth Noelle Neuman, plantea que el poder de los medios de comunicación radica en el carácter fundacional de opiniones. Es decir, que numerosas voces contrarias a una determinada ideología pueden obturar opiniones contrarias dado que en todos los estamentos sociales prevalece el miedo al aislamiento.

En la actualidad, donde nos encontramos saturados por la información que recibimos por diversos medios y formatos, parece ser que los mensajes más efectivos son aquellos más simples y directos. Se trata de acercarle la política a la “gente”. El programa conducido por Santiago del Moro es un fiel exponente de esta máxima en un género televisivo conocido como infoentretenimiento. De ese modo la política se mete en las casas de millones de espectadores, de un modo espectacularizado y siempre en contra del principal sospechoso: el Estado.