En uno de los últimos conciertos de Marilyn Manson, en el Giant Center, Pensilvania, Estados Unidos, el músico se acercó a su sonidista en aparente estado de ebriedad y comenzó a subir los volúmenes poniendo en riesgo la salud de su propia audiencia.

El técnico intentó frenarlo y logró acomodar rápidamente todo lo que el cantante tocaba. Sin darse por vencido, Manson volvió al escenario pero antes le pegó a uno de los monitores.