A las 8 de la mañana en la Argentina, se abrieron las mesas para los 19 millones de venezolanos habilitados a participar en el "ensayo electoral" previo a la jornada por la Constituyente que se celebrará el 30 de julio. 

Sin el aval del Consejo Nacional Electoral (CNE), acusado de colaborar con el gobierno, la consulta popular no es vinculante, pero la oposición confía en que una votación de millones le permitirá torcerle el brazo al gobierno.

"Marcará un antes y un después en esta lucha por recuperar la democracia en Venezuela", dijo Julio Borges, jefe del Parlamento, de mayoría opositora, al considerar el plebiscito un punto culminante de la ola de manifestaciones.

Venezuela vive una fuerte convulsión con protestas que dejaron 95 muertos desde el 1 de abril, y una de las peores crisis económicas de su historia, que asfixia a la población con una severa escasez e inflación de tres dígitos.

La oposición acusa a Maduro de llevar al país a la bancarrota y a una "dictadura" que busca consolidarse y perpetuarse con la Constituyente, mientras que el presidente dice que sus adversarios quieren derrocarlo con ayuda de Estados Unidos.

Según Maduro, la Constituyente es el "único camino" hacia la paz y la recuperación económica, por lo que nada impedirá la elección, el 30 de julio, de sus 545 asambleístas, para lo cual el CNE hará este domingo un simulacro de votación.