En la zona de la bahía de Farewell Spit, en Nueva Zelanda, amaneció con más de 300 ballenas muertas a orillas de la playa. Según el Departamento de Conservación se intentó realizar una operación de rescate, pero que ya era tarde. 

En total, 416 ejemplares de cetáceos conocidos como "ballena piloto", quedaron varados en la arena de la gran playa de Farewell Spit.

Después de 12 horas de trabajo de voluntarios, entre biólogos y veterinarios, se calcula que menos de un centenar de cetáceos volvieron a su hábitat y que el trabajo de rescate se reanudará el sábado, informaron las autoridades locales. 

"Es una de las cosas más trágicas que he visto nunca. Tantos seres tan delicados que ahora están tirados en la playa como si fueran basura", dijo Peter Wiles, uno de los primeros voluntarios que llegaron al lugar.

Todavía no se sabe con exactitud el porqué las ballenas llegaron a esa zona. Por el momento, algunos cadáveres serán analizados en un instituto veterinario. Según profesionales que estuvieron en el lugar, creen que el sistema de ecolocalización de los animales pubo haber fallado. 

Explican que las ballenas se orientan con su oído, que es sumamente sensible. Por ejemplo, el sonido de los sistemas de sonar militares o de los barcos las afecta mucho. Además, los expertos dicen que en el fondo marino de la zona no devuelve las ondas de sonido, por lo que se cree que las ballenas podrían haber creído que se encontraban en aguas profundas y se habrían desorientado.  

Los cetáceos atrapados en la arena de Farawell Spit pertenecen a la especie conocida como calderón común o ballena piloto de aleta larga (Globicephala melas, subespecie G. melas edwardii). Pese a su nombre común, esta especie pertenece es un cetáceo odontoceto de la familia Delphinidae, a la que pertenecen los delfines.