Aunque numéricamente son un grupo minúsculo, sigue habiendo brasileños que añoran o al menos pretenden reinstaurar el perimido sistema monárquico e imperial que supo gobernar su país desde el 12 de octubre de 1822, cuando Pedro fue declarado primer emperador del Brasil.

Pedro era hijo del príncipe regente de Portugal, Juan VI, quien en 1808 había huido a tierras americanas junto a la familia real cuando Napoleón amenazó su corona: había invadido la península ibérica.

Instalado en Río de Janeiro, convirtió a esa ciudad en virtual capital del imperio portugués y, con Portugal ocupada por las tropas napoleónicas, fue partidario de independizar el país vecino y convertirlo en reino independiente.

Fue en 1815 que Juan elevó a Brasil, entonces colonia portuguesa, a la categoría de reino soberano en unión con Portugal. Y allí estuvo hasta que en 1821 regresó a Europa, dejando a su hijo Pedro de Alcántara a cargo.

Fue él quien declaró la independencia del país el 7 de septiembre de 1822, el 12 de octubre fue declarado primer emperador del Brasil y el 1 de diciembre coronado como Pedro I. En abril de 1831 abdicó para regresar a Portugal, dejando a su hijo como sucesor: Pedro II tenía entonces 5 años.

Pedrito gobernó el país durante 59 años, hasta noviembre de 1889, cuando fue derrocado –según dicen las crónicas– por un grupo de militares republicanos que habían sido soliviantados por traficantes de esclavos que rechazaban la abolición de la esclavitud.

El emperador estaba entonces en el auge de su popularidad. Tanta que parece no haberla perdido casi 130 años después, teniendo en cuenta que fueron más de 30 mil los brasileños que votaron a favor de restaurar el sistema monárquico.

Así lo informa el diario O Globo, señalando que se trata de una cifra superior al número mínimo necesario para que el tema sea debatido en el Senado Federal, que es de 20 mil firmas.