Durante años, el macrismo fustigó los índices de precios al consumidor que hacía públicos el INDEC, al considerar que no eran creíbles y tomar los realizados por consultoras privadas, que eran sensiblemente superiores.

Ahora, el ‘nuevo’ Instituto Nacional de Estadísticas y Censos vuelve a las andadas pero en un marco particular de inflación disparada: mientras los precios suben cotidianamente, midió para julio un Índice de Precios al Consumidor (IPC) de apenas el 2 por ciento.

En tanto, el denominado IPC-Congreso, que solía tomar el macrismo como referencia política, fue del 2,4 por ciento, mientras que la del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fue del 2,2 por ciento. En concreto: el INDEC ubica su medición al menos un 25 por ciento por debajo del resto de las estadísticas.

Es que, claro está, hay razones políticas para tal porcentaje del INDEC: el Gobierno busca demostrar que el mítico ‘segundo semestre’ ya comenzó, aunque sea mostrando una suave desaceleración de los precios.

Sin embargo, el propio INDEC reconoce que, en lo que hace a alimentos y bebidas, el guarismo supera holgadamente el 2 por ciento promedio, alcanzando un 2,7 por ciento.