"No es para tanto", dice Renate Smallegange a la BBC. "Claro que, desde mi punto de vista, alguna gente huele mejor que otra" y lo dice con conocimiento de causa ya que suele olfatear bolsas de plástico que la gente se pone en sus pies para concentrar el olor.

Pero no se trata de un fetiche sino que el "olor le resulta extremadamente útil para su investigación sobre los mosquitos transmisores de malaria".

Dada la anotomía de nuestros pies es imposible evitar el olor por completo, además poseen unas 600 glándulas sudoríparas por centímetro cuadrado, ciento de veces más que las axilas.

Cuando nuestros pies sudan excretan un "caldo de sales, glucosa, vitaminas y aminoácidos" que parece estar invitando a cenar a las bacterias.

El científico holandés Bart Knols fue pionero en notar que ciertas especies de mosquitos portadores de malaria se sienten atraídos por el "olor a pata".  Smallegange descubrió que el parásito de la malaria altera el sentido del olfato de los mosquitos, sintiéndose más atraídos por nuestro olor a pie.

Smallegange ha estado examinando si la combinación particular de bacterias que produce olor en los pies puede alterar tus posibilidades de que te piquen los mosquitos. Los que tienen más Staphylococcus tienden a ser más atractivos para esos mosquitos infectados.

Mientras continúan las investigaciones se destaca la posibilidad de crear trampas con medias ya que mantienen su "atractivo olor" por al menos ocho días después de usadas.

"La combinación (de olores y bacterias) es muy importante", dice Smallegange. "En general, una mezcla es más atractiva que un componente único".

En la actualidad se está llevando a cabo un ensayo en la isla Rusing, en Kenia, para probar si las trampas de medias pueden matar a los mosquitos o distraerlos a fin de reducir el número de picaduras e infecciones.

Fuente: BBC