A lo sumo, debería aguantarse algunos golpes, para lograr tener la prueba que buscaba con su experimento de comportamiento social.

Él quería mostrar si la gente reacciona al ver un robo o un hecho de violencia en el mismo lugar, siendo testigos.

No sólo saltaron varios, sino que uno en particular se lo tomó muy en serio y le rompió la nariz al protagonista con un golpe certero.

La fama cuesta... sangre.