Las voces que se escuchan en off transmiten exactamente la sensación que tuvieron los que, apostados en las márgenes del río Paraná, veían pasar a una pileta.

Para eso los dueños de la lancha, sujetaron con una cuerda uno de los extremos de la piscina para jalar de ella y ponerla rumbo a su destino.

Lo que quedó pendiente era llenarla y atravesar el Paraná nadando en la pileta.