Sucedió en el barrio Porteño de Once. Dos hombres ingresaron al mediodía a un local de celulares y robaron plata y pertenencias de la dueña, entre ellas las llaves del departamento.

No conformes con lo obtenido en el local, utilizaron las llaves para ingresar a la residencia de la dueña del local. Pero allí un hombre dio la voz de alarma y entre una policía femenina y vecinos que se acercaron lograron reducir a los dos delincuentes.

Hasta acá, nada fuera de lo usual. Lo grave llegó cuando, una vez detenidos, la efectivo esposó a uno de los delincuentes a un poste. Ya sin poder escapar ni defenderse, civiles comenzaron a golpear al ladrón. Especialmente uno de ellos le pegó varias patadas en el pecho sin que la víctima de la agresión pudiera hacer nada, ya que estaba maniatado.

La policía hizo poco y nada para frenar a los civiles que descargaban toda su furia contra el ladrón, que además estaba herido y le sangraba el rostro, tal vez por golpes anteriores.

Argentina tiene un problema de seguridad que debe resolver pero ¿es este el camino?