Cada uno lo despide a su manera. Algunos sólo se quedan mirando unos segundos el cajón, otros aplauden o se persignan.

Otros eligen gritarle algo a Diego, o dejarle algún recuerdo pero todos, absolutamente todos lloran despidiendo al ídolo.

La última persona que había sido velada en la Casa Rosada fue Néstor Kirchner, quien paradójicamente también murió a los 60 años.

Algunos consideraron que era demasiado habilitar la casa de gobierno para esta despedida del pueblo pero ante la consulta de qué persona en el planeta hizo felices a más argentinos, se disiparon las dudas y se abrieron las puertas de la Casa Rosada.