La educación en Estados Unidos tiene un costo altísimo. Tanto las universidades públicas como las privadas tienen matrículas caras, lo que obliga a los ingresantes a tomar deuda para acceder a la instrucción superior.

El endeudamiento se cruza con un problema: el desempleo joven que, entre los 24 y los 34 años, es de 8,7% y supera el promedio si el cálculo se realiza sobre toda la edad laboral. Los jóvenes terminan sus estudios y no consiguen trabajos vinculados con el área en la que se formaron, lo que además de frustrarlos, los obliga, en muchos casos, a realizar trabajos con el salario mínimo, lo que no permite pagar el crédito adquirido.

Muchos estudiantes ya recibidos deciden dejar de pagar sus deudas ya que las obligaciones con el sector financiero son tan altas que les consumen casi todos sus ingresos.

Se calcula que los estudiantes deben al sector financiero un monto que supera el billón de dólares; lo que preocupa es que junto con el aumento de de la deuda, también aumentó la falta de pago de los estudiantes.

De los 3,6 millones de de estudiantes que aún tienen deudas, unos 320 mil dejaron de pagar, lo que preocupa al sector financiero quien sólo se preocupó por vender créditos. Algo similar a lo ocurrido con la crisis de las hipotecas.

Muchos estudiantes reclaman, al igual que el Chile, que la educación sea gratuita.