Hace tres meses, un hombre ingresó acompañado por su perro al hospital de San Antonio de Padua en Río Cuarto, Córdoba. Días después, tras una operación, el señor falleció y el personal trató de sacar al perro del lugar. Sin embargo, él se quedaba en los alrededores y siempre se las ingeniaba para entrar e ir a la habitación 404 donde había estado internado su dueño.

Con el tiempo se ganó el cariño de todos los empleados, enfermeras y médicos que lo adoptaron como mascota del hospital y lo bautizaron "Pirata". El personal cuenta que el perro vuelve una y otra vez al hospital y duerme apostado en la puerta de la habitación 404 donde espera a su amo.